


En los postres, fuegos artificiales de formas, colores, texturas, sabores, sensaciones conocidas y totalmente nuevas. La compostura media guardada hasta ese momento se terminó por romper mientras nos pasábamos los platos para compartir todos los dulces. Imposible resistirse a las canicas de chocolate con amaranto y natilla de orégano, una raíz de chocolate con kuzu y aroma de lima, una ‘piedra’ de pistacho y remolacha y, en especial, al paisaje campestre de mariquitas, flores y huellas del postre que más me gustó.
Los vinos, por supuesto, a la altura: Quintaluna 2011 DO Rueda y Arzak 2007 DO Rioja. Con los cafés, unos petits fours muy especiales: la ferretería Arzak, un sueño para los amantes del buen chocolate y un derroche de imaginación.
